Desigualdad: partir de las cifras, pero no quedarnos en ellas
En los últimos años, la desigualdad se ha posicionado como un problema público en el país. Su solución es vista como un trabajo colectivo que involucra al Estado, la empresa privada y la sociedad civil. La semana pasada, a raíz de un estudio elaborado por Bloomberg, el debate público se centró en qué tan desiguales somos o no respecto a otros 53 países del mundo.
Inicialmente, el reporte señaló que, en el Perú, el 1% de los asalariados del país ganaba el 42% de los ingresos totales. Esta cifra fue corregida un día después, señalando que el dato correcto era de 23,7%, de acuerdo a la base de datos oficial.
Más allá de los números y decimales, esta cifra resulta también alta. La pandemia ha mostrado que el crecimiento económico que ha acompañado al país en las últimas tres décadas no es suficiente para garantizar el desarrollo integral de la población. Aunque los indicadores de pobreza y desigualdad han disminuido en este tiempo, la crisis sanitaria y las medidas aplicadas (como el confinamiento) han evidenciado que se requieren de apuestas de más largo plazo para combatir la desigualdad.
A la fecha, la informalidad, el desempleo y pobreza, que el PNUD estima pasó de 20,2% en el 2019 a 30,3% en el 2020, han aumentado. Esto ha contraído el gasto de familias y ha tenido un impacto en el gasto. En especial, los niños, niñas y adolescentes se han visto más perjudicados. De acuerdo al estudio antes citado, más de 1 millón 200 mil niños caerán en la pobreza debido a la pandemia, especialmente aquellos que pertenecen a familias de zonas rurales.
Los primeros años de vida son vitales en el desarrollo humano. Como recomienda PNUD y otros estudios, el Estado debe fortalecer sus políticas sociales. La informalidad y la ausencia de información dificultan una intervención ordenada. Por eso, en el corto plazo, debe contarse con registros actualizados que identifiquen a las potenciales familias con niños menores de 18 años que pueden ser beneficiarias de bonos u otras medidas de contención. Asimismo, el Estado debe reforzar las políticas de protección social ya sea a través de programas sociales hoy vigentes o de nuevas políticas de cuidado, que pueden ser útiles en situaciones críticas como las que estamos viviendo.
Pensar en cómo intervenimos de forma articulada es la única vía para dejar el debate de qué tan desiguales somos y transitar hacia cuán iguales queremos ser.